ÁRBOLES GENEALÓGICOS DE

SANTIBÁÑEZ DE LA ISLA


Es frecuente ver en los libros de visitas de las páginas web, en los foros de discusión o en cualquier medio interactivo que proporcionan las nuevas tecnologías, gente, principalmente procedente del cono sur americano, que busca a sus ancestros por todos los rincones de la geografía de la Península Ibérica.

Son gentes que azuzados por sus necesidades primarias, ellos o sus antepasados pusieron tierra de por medio y abandonando una situación adversa fueron en busca de aventura a "hacer las Américas". Años más tarde, superadas las necesidades primarias y colocados en una situación más holgada se han empezado a preguntar por sus orígenes. Nada nuevo: "primum vivere, deinde filosofare". O la situación se ha invertido y la realidad en la que ahora se encuentran se asemeja a la que antes habían dejado y desean volver al lugar de donde partieron y en el que ahora se vive mejor. Es el caso de la crisis por la que pasa actualmente Argentina.

Santibáñez ha sido, hasta fechas relativamente recientes, una comunidad casi endogámica. Las relaciones sociales y especialmente los lazos familiares adquiridos mediante el casamiento, se han acomodado a los medios de locomoción disponibles hasta entonces: a pie, a caballo o en bicicleta. Por eso, los matrimonios se realizaban, preferentemente, entre personas de pueblos próximos. Alguna influencia ha tenido que tener también el río Tuerto ya sea como medio de captación de agua para regar o como uso lúdico de sus riberas para el paseo o el contacto con la naturaleza. Esto explicaría la mayor cantidad de matrimonios que se producen con gentes de Villarnera, San Félix o La Isla frente a los otros pueblos igualmente cercanos: Villagarcía, San Cristóbal, Toral, Toralino o Riego.

A partir de los años 60, una vez que la sociedad española despierta de la modorra en que la había sumido la posguerra y el proceso de industrialización se extiende por Europa y se afianza en algunas regiones españolas, unido al proceso de mecanización del campo que genera mano de obra sobrante, se inicia el fenómeno de la emigración, no ya hacia América como esporádicamente se había producido antes en nuestra región; sino hacia Europa primero ( Francia, Suiza, Alemania ) y hacia otras regiones españolas después (Madrid, Asturias, País Vasco, Cataluña).

Este fenómeno migratorio supone una auténtica sangría de población para toda la región y también para el pueblo de Santibáñez. Pero, a diferencia de aquellas primeras migraciones a América por motivos económicos, ahora además se le une la búsqueda de un status social superior al del origen familiar mediante una carrera. Ello supone la salida de la mayoría de los adolescentes hacia lugares próximos donde fuera posible llevar a cabo los estudios posteriores a los de la escuela primaria: Astorga, León o La Bañeza principalmente. Una vez finalizado su periodo de formación y obtenido un título, esas personas ya no regresan al pueblo y encuentran sus destinos en la propia provincia o en las regiones que están experimentando un avanzado grado de desarrollo económico en ese momento.

Con el paso de los años se hace claramente perceptible la diferencia del nivel de vida entre el campo y la ciudad, se constata que los que se han ido no muestran interés alguno en regresar porque, por mal que les vaya en el lugar en el que se han establecido, el nivel de vida superior de la región les va a proporcionar mejor prestación de servicios que si volvieran el pueblo.

Esta percepción se hace evidente ante el deterioro o la no implantación en el propio pueblo de servicios básicos elementales y, a la ya sangría migratoria anteriormente descrita, se añade otra forma de migración hacia los núcleos de población próximos que actúan como centros zonales del comercio o los servicios: León, Astorga o La Bañeza.

Alguno de estos procesos se ha detenido o casi bloqueado motivado por las crisis económicas y la aparición del fenómeno del paro en las grandes ciudades; pero esto ocurre ya cuando la población está diezmada y prácticamente carece de contingentes a los que le pueda afectar. Sin embargo, es el último fenómeno de los descritos, el cambio a una ciudad próxima para gozar de los servicios que una ciudad proporciona, el que en estos momentos continúa vivo.

Llegados a este punto, nos encontramos con una situación nueva. Si antes nos era posible seguir la línea familiar de una persona a través del registro parroquial del pueblo o de los pueblos vecinos, nos encontramos con que la dispersión de la población originaria del pueblo y de sus descendientes después hace prácticamente imposible seguir esas pistas porque se hallan dispersas por toda la geografía española o del resto del mundo.

Es aquí donde volvemos al inicio de este escrito. No tardando muchos años se volverá a repetir la situación descrita más arriba, la de los que emigraron a América y ahora buscan sus orígenes; aunque ahora el destino de la emigración esté más próximo. Pasadas dos o tres generaciones, los descendientes de toda esta población originaria de Santibáñez que se ha ido se preguntarán algún día por sus antepasados y se encontrarán con que el último cabo del hilo está en Santibáñez y, a partir de ahí, los nudos se entrelazan en forma de ovillo entretejiendo una maraña de direcciones indescifrable. La no obligatoriedad del matrimonio religioso introducirá sesgos al usar esos registros y las pistas de los registros civiles se extenderán al mundo entero.

Antes de que desaparezca la generación anterior a los que protagonizaron los diferentes procesos migratorios; es decir, la generación que ahora ronda los 75 años, es preciso recabar documentalmente los datos necesarios para dejar constancia de las personas que llevan en sus raíces la sangre de Santibáñez y el agua del Tuerto y los lugares a donde han ido a parar para que a partir de ahí sus descendientes puedan encontrar el nexo de unión con sus antepasados en cualquier lugar del mundo en el que se encuentren.

Lo dicho anteriormente justifica la realización de un trabajo de naturaleza genealógica en el que el objetivo no va a ser precisamente indagar en nuestro pasado generación tras generación, lo que constituiría la naturaleza propia de un árbol genealógico; sino más bien dejar constancia de los lazos familiares de las generaciones actuales de la gente de Santibáñez de forma que cualquier persona originaria del pueblo o emparentada con alguien de él, aparezca en el documento. No es, pues, un trabajo intensivo sino extensivo. Sería el equivalente a un registro civil. Colocado en Internet queda accesible a las gentes del pueblo. Una cierta privacidad mediante una sencilla clave, restringirá muchas entradas curiosas. Sólo queda el trabajo de alimentarlo de forma continuada. Los lazos de parentesco ocupan numerosas conversaciones en el seno de las familias. Aquí tendrán la fuente documental para asesorarse y se habrá logrado una fotografía de los lazos familiares de la gente de Santibáñez.

Santibáñez de la Isla, septiembre de 2002