Santibáñez de mi vida
te llevo en el corazón,
pues de joven aprendí
en tus tierras y parcelas
a segar las cañas secas
del trigo San Rafael
del Mocho y alguno más
y también de la cebada.
Y juntarlas en gavillas
y atar éstas en manojos
la garañuela alredor.
y en la tierra amorenar.

Más tarde era acarrear
hasta cuatro en pico y más
con un dogal pa amarrar
y a la era a medar
para la trilla echar
y garañuela a cortar.
Llevaba la trilla un día
al menos, y si no dos
pa separar paja y grano
con una pareja bueyes
y también caballerías
éstas a todo correr
dando vueltas y más vueltas.
Se daba vuelta a la trilla
primero con varias forcas
y con pala de madera
y los hierros tras del trillo
si preciso ello fuera
reduciendo su tamaño
a corona circular
y el cuartadero atropar
y así la parva formar
Ya está la trilla en la parva
las baleas a barrer
que hay que dejar la era limpia
para volver otra vez
a por la siguiente trilla
hasta acabar de trillar.

Ya bien entrado el verano
se tenía que limpiar.
Sólo conocí la máquina
que el bildo no lo toqué
aunque a mano había que darle
para echarla a funcionar
y tener en cuenta el aire
para no se atragantar.
El muelo limpio en la era
ha de recogerse en sacos
pa meterlo en la panera
y de aquí de vez en cuando
llevar a moler el grano
en quilmas de lino blanco
y de la harina sacar
hogazas pa alimentar
los miembros de la familia.

La paja hay que meter
en el pajar pa gastar
por el boquerón de casa.
Los carros se preparaban
con pernillas y cañizos
La paja se encalcaba
en los carros y el pajar.
Grandes bildas de madera
eran usadas entonces
para cargarse los carros
y meter la paja en casa.

Por estas cosas y otras
te recuerdo Santibáñez
con nostalgia y con amor
porque, de hecho, viví
con éstos y otros trabajos
la realidad de la vida
que entonces eran tres meses
los dedicados al pan
para levantar España
y darle bien de comer.
No en vano hoy disfrutamos
lo que ya se hizo ayer.

Juanito

Aquellos lentos y laboriosos veranos