Labor en favor de africanos necesitados (2ª parte)

 

            En mi primer artículo, hice referencia al itinerario seguido por dos vecinos de Santibáñez de la Isla que llevan más de 30 años dedicados a mejorar las condiciones de vida de un número cada vez mayor de africanos que, sin su intervención, no hubieran experimentado mejora alguna en sus vidas. En esta ocasión quisiera hacer hincapié en algunos aspectos de esta labor. Por supuesto, mi intención no es la de poner ninguna medalla de méritos a nadie, sino la de darla a conocer con el objetivo de que sigan encontrando el apoyo necesario para proseguirla.

            En el mes de junio de 2004  realicé un primer viaje a este pequeño país de África Occidental que mira al Océano Atlántico no lejos del Ecuador. Mi labor era doble: en primer lugar renovar la instalación eléctrica de un colegio de fama en el departamento de Les Savanes (Togo norte); en segundo lugar asegurar unos cursos de iniciación en informática. Ya empecé a darme cuenta, más si cabe, de la huella profunda que nuestro querido vecino César (el misionero) había dejado en la mente y el corazón de mucha gente que vive en esta ciudad, capital de provincia. Pero fue a partir de octubre de este mismo año cuando la gente destacaría, aun más, esta labor encomiable. En el colegio Saint Athanase de enseñanza secundaria, su labor educativa era elogiada por todos. Fuera del colegio, mucha gente le recuerda como un hombre de bien que ha sabido echarles una mano en momentos de penuria y de escasez. Entre los dos hemos realizado proyectos muy puntuales que han tenido por efecto inmediato mejorar algo la calidad de vida de centenares de personas. Baste recordar el pozo de Kabinlagou (poblado al norte de Dapaong) cuya financiación fue obra de la generosidad de muchos vecinos de nuestro pueblo. Recordar también las seis casas hechas con bloques y buen tejado cuya realización ha sido debida a la generosidad de personas anónimas que han sabido poner su granito de arena. Para ser algo más concreto, más de dos mil personas han visto mejorar sus condiciones de vida gracias a nuestra intervención.

            En este año, ahora que se acerca la estación seca, la más propicia para estos menesteres, vamos a comenzar le perforación de un pozo en una zona donde la población busca el agua donde puede. Los fondos ya están a mi disposición para iniciarla. Los técnicos y los vecinos saben   que las obras darán comienzo en breve. Un zahorí nos ha precisado el lugar más idóneo para proceder a la excavación. A mi me tocará ir, de vez en cuando y por caminos hechos para cabras, al lugar, con la intención de supervisarla. Esperamos todos que, después de haber invertido bastante dinero, trabajado denodadamente, encontremos un agua freática buena para el consumo. El técnico pocero ya tiene mucha experiencia y me ha prometido un final feliz que causará satisfacción en todos los participantes y los beneficiarios. Estos serán unos 1900 según unas estadísticas que tengo. Ya os tendré debidamente informados.

            Yo estoy integrado en una comunidad de educadores que orientan y dirigen la formación de unos 260 alumnos que preparan el bachiller superior en lengua francesa. Por supuesto a mi me toca la parte relacionada con la informática. Todos sabemos que en cualquier rincón de nuestro planeta los medios audiovisuales e informáticos se imponen pese a las carencias que sufre una población desprotegida. Seamos realistas y vayamos al grano, que es una formación integral. Yo estoy encantado de realizar esta labor y estamos en vías de disponer de mejores medios para ser más eficaces.

            Desde este lugar retirado y con frecuencia olvidado mi más cordial saludo a todos  los vecinos de Santibáñez.

                                                                                                    Dapaong, noviembre 2004

                                                                                                              Servando Pan