De La Yorba a La Veiga

Por Begoña Miguélez

Corría el año 1988 cuando me acerqué por primera vez a este Equipo de Redacción. Aquel año colaboré recogiendo fotos, corrigiendo pruebas, entregando la revista y recogiendo, en fin, otras 'migajas' que me encomendaban. Al año siguiente, en el nº 11 de La Veiga, con Marcos Malumbres, ya formaba parte del Equipo de Edición. Bajo la dirección de Enrique Fernández, con gran precariedad de medios y más moral que el alcoyano, sacamos aquellos tres últimos números en formato pequeño, para desembocar, ya legalizados y con mejores equipos, en esta Segunda Época que con el n" 8 que estás leyendo, abre paso a La Veiga Digital.

Cuando pienso lo que ha supuesto para mi La Veiga, no puedo dejar de daros las gracias por haber permitido que año tras año viera la luz. A la mayoría no tengo que contaros -algunos lo sufrís- las enormes dificultades que tenemos que salvar en cada edición; tanto las causadas por problemas técnicos, como por la escasez de tiempo que provoca la jornada laboral. Lo que sí debo comentaros es la gran satisfacción que produce cada nuevo número en la calle; el placer de ver las caras de la gente cuando te esperan a la puerta de casa, porque saben que estás tan repartiendo La Veiga; la alegría de una carta de Méjico, Argentina, o de cualquier parte de España, agradeciendo que les hayas enviado la revista o pidiéndote un número atrasado.

Soy consciente, de que ni La Veiga ni esta Redacción hubieran existido sin sus predecesoras: La Yorba y El Empuje. Os invito a releer aquellos primeros números de La Yorba, escritos en 1975 y 1976. Sus artículos sobre cooperativismo, cultura -o falta de ella- en los pueblos, sobre sindicalismo agrario, sobre libertades -entonces tan escasas-, derechos y obligaciones, sobre la vida y la lucha de la mujer rural y tantos otros, suponen un documento sociológico de tal importancia que no se entendería la historia reciente de Santibáñez sin tenerlos en cuenta.

Vicenta Martínez, nº 2 (oct.75), y Aurelio Miguélez, nº 3 (dic.75), ya pedían la colaboración de todos para hacer de la revista "un punto de unión entre todo el pueblo". La Ti Filomena Suárez Sánchez en sus conversaciones con el académico, nos recrimina desde La Yorba, y a través de la pluma de Generoso A. Miguélez, el sentir vergüenza de hablar leonés. Sorprende, especialmente en estos días, encontrar en los Comentarios Agrícolas del año 75 una referencia a las consecuencias del abaratamiento de la carne de vacuno. En su Noticiero, comentado por José Fdez. Seco, además de datos sobre los precios agrícolas, la evolución del teléfono directo, noticias, bodas y defunciones, etc, encontramos una premonitoria referencia a las dotes arquitectónicas y de jardinería de los chavales del pueblo que en el Bosque ya "empiezan a hacer sus pinitos" y "tienen montadas dos casetas y unos jardines de gran arte". Las poesías del Padre Segismundo, los dibujos, los pasatiempos, los chistes, citas y refranes, artículos sobre política, religión (¡en aquellos años!), historia y cultura, fueron el germen de una forma de vida que ha sido y es la nuestra, la de la ADC Río Tuerto y la de Santibáñez en los últimos 25 años. La Veiga ha recogido la antorcha y este Equipo de Redacción ha mantenido su llama hasta hoy que pasa el relevo. De todo esto volveremos a escribir en La Veiga Digital.