El problema de la conservación de la cultura tradicional leonesa

Por Alejandro Valderas

La Cultura Tradicional, entendida como el conjunto de saberes ancestrales originados antes de la "sociedad industrial", está en trance de desaparición desde hace tiempo. Es curioso comprobar que algunas publicaciones de fines del siglo XIX, mencionan a la Lengua Leonesa, o al Romancero, como elementos culturales valiosísimos, de los que se preveía su extinción en pocas décadas.

Hay muchos daños casi irreparables: las publicaciones de Eugenio Miguélez muestran la pérdida de los rasgos lingüísticos leoneses en Santibáñez de La Isla, en un periodo de sólo dos décadas; los libros de Alonso Ponga sobre el teatro tradicional leonés (Pastoradas, Autos de Reyes), indican que su práctica anual ha descendido desde las 90 localidades de antes de la Guerra Civil, hasta una docena actuales. Hace un siglo cada uno de los 1.500 pueblos leoneses tenía y usaba su Pendón; hoy faltan 200 de estas localidades y sólo queda un centenar de pendones en uso.

Las encuestas sobre el Romancero hechas sobre 1920 por Menéndez Pidal, dieron como resultado 400 romances diferentes en nuestra provincia (el 90% de los conservados entre los 30 países de habla española). Las encuestas promovidas por la Diputación de León en la década de 1980, constataron que en cantidad hay incluso más en la actualidad (por deficiencias en las encuestas antiguas). La gran diferencia es que no son ya miles los narradores de romances sino unas pocas docenas, la mayoría mujeres jubiladas. ¿Sus nietos han oído alguna vez estos romances? Parece deducirse, que la memoria donde se conservaban los saberes tradicionales pervive, pero se está rompiendo la línea de transmisión a las generaciones siguientes.

La cultura de masas, es por definición ajena a la cultura tradicional, de modo que la ignora si no es que la desprecia manifiestamente. Por este lado ninguna ayuda vamos a conseguir. Al final, es la Administración la que se ve en la obligación de conservar la cultura tradicional. Desde 1985 la Ley de Patrimonio Histórico Español considera como bien cultural a proteger: las lenguas o formas lingüísticas minoritarias; las expresiones de la poesía popular; la arquitectura tradicional (hórreos, pallozas, molinos, pontones, cruceros); las fiestas tradicionales (romerías, ferias, carnavales); los deportes autóctonos (aluches, bolos); los objetos muebles de actividades económicas en desuso (aperos de labranza, útiles de los artesanos); las artesanías locales (herreros, tallistas, telares); etc.

Todo esto se considera "a proteger" ante la evidencia de que se trata de un Patrimonio Cultural, tan valioso pero tan inútil como pueda ser una Catedral, aunque eso sí, mucho más barato de conservar. No hemos de olvidar que aunque las leyes protejan la conservación de nuestra cultura rural, ésta no es por definición algo inútil, simplemente está en desuso. Al contrario: algo bueno tenía que tener la cultura de masas, el Turismo basado en el dinero y el tiempo que "a pequeñas dosis" les sobra a todos los españoles en determinadísimas ocasiones: la cultura rural es el principal complemento a los monumentos, el sol y la playa como base del turismo en muchas localidades españolas.

A la cultura tradicional leonesa, le sobran elementos a conservar lo cual es muestra de una riqueza ya extinguida en otros lugares, pero le faltan muchas cosas; la principal, el dinero. Resulta que apenas tenemos empresas que puedan patrocinar la conservación y recuperación de nuestro Patrimonio; las que hay prefieren invertir en Catedrales o Monasterios (por cierto que en León gastan poco estas empresas citadas), rara vez en Patrimonio Rural. En cuanto al sector turístico, aún está verde esta provincia, aunque algo se ha avanzado: los montes de la comarca de Luna se llevan quemando un verano sí y otro no desde hace décadas, sir importarle a nadie; en el verano del 2000, la Junta se vio inundada de protestas porque el humo del fuego "molestaba a los turistas" que por miles zanganeaban por los montes de Luna...

La inversión estatal en Cultura Tradicional, se debe centrar en varios sectores como son la Investigación: conocer, catalogar valorar, comprender y difundir todas las manifestaciones de este tipo de cultura.

Independientemente, es necesaria la "recuperación" de todo le que se pueda recuperar, sin que haya necesidad de recrearlo a modo de película de romanos. La gente sigue yendo de fiesta y nada impide que el público elija entre fiestas recuperadas y llenas de elementos tradicionales como las de San Froilán de León, o asista a esperpentos tan divertidos y exitosos como el "Purple Weekend".

A la hora de ir un fin de semana al campo, tan bien lo pasan unos en un hotel de cuatro plantas pintado de blanco sobre el fondo paradisíaco del Valle de Valdeón, como en un viejo molino restaurado en Truébano de Babia.

En la actualidad, como hace cuarenta años, la investigación y catalogación de nuestras tradiciones, se lleva a cabo por investigadores que se pagan sus gastos y luego han de mendigar de las instituciones que les editen los libros. Falta dinero para investigar e incluso algún organismo que se dedique a ello entre sus fines: la Universidad de León y la Diputación Provincial, han tenido años buenos en este sentido y muchos malos, faltando la continuidad.

En cuanto a la Diputación Provincial, la gran labor que realiza el Instituto Leonés de Cultura en cuanto a la restauración de pendones, de molinos, de dotación de fondos del Museo Etnográfico provincial, no debe hacernos olvidar, que todo ello suma unos poquitos millones al año, a repartir entre 1300 localidades. Además se trata de una Institución arruinada económicamente, tema en el que nadie ve la salida del túnel.

Sobre la Junta de Castilla y León, hoy como hace 17 años cuando se fundó, podemos decir que lo que se gasta en cultura tradicional son simples subvenciones para que alguna en entidad local o alguna asociación haga verdaderamente el trabajo. Pondremos dos ejemplos: sobre las lenguas no castellanas de la provincia de León, aún falta que publique un simple libro (la Universidad de Santiago y la Junta de Asturias publican libros y revistas regularmente sobre las variantes lingüísticas leonesas). Sobre el grado que debe otorgarse al leonés (lengua, dialecto, lengua muerta .... ), puede haber discusión, pero de su existencia como creación intelectual no la hay. Más opinable es que se dedique dinero oficial a publicaciones que se anuncian en la revista de los Servicios Editoriales de las Universidades Españolas, y que tratan del "dialecto" hablado en Valladolid (sí, han leído bien, en Valladolid).

En cuanto a la arquitectura tradicional, la Junta tiene competencias exclusivas en materia de Patrimonio Artístico; pues bien en nuestra provincia, de las 200 declaraciones oficiales existentes, pertenecen al ámbito de la arquitectura rural la Herrería de Compludo y los Hórreos de Posada de Valdeón (esta declaración luego fue extendida a todos los hórreos de más de 100 años de la provincia). Como conjuntos urbanos, en los que la mayor parte es arquitectura rural, están declaradas las localidades de Castrillo de los Polvazares, Lois y Riolago de Babia; en parte algo le alcanza a los cascos antiguos de León, Astorga y Villafranca del Bierzo. "En tramitación" constan los cascos antiguos de Ponferrada y Bembibre que también tienen buenas dosis de arquitectura tradicional y las localidades de Almanza, Campo del Agua, Cea, Grajal de Campos, Molinaseca, Oseja de Sajambre, Palacios de la Valduerna, Posada de Valdeón, Quintanilla de Somoza, Sahagún, Salas de los Barrios, Santiago Millas y Valderas.

Como labor de catalogación, se le puede dar un sobresaliente; pero si nos vamos a las cantidades que anualmente destinan a la conservación de estos bienes, entonces nos vemos ante unos presupuestos ridículos de una entidad, que no tiene problemas de financiación que se sepa. Algo falla en la conexión entre la Delegación de León y la Central de Valladolid.

Como podemos ver, el panorama puede parecer desolador, pero no tanto: ya sabemos el tamaño del problema; la gente a la que este tipo de cultura importa, es cada vez más y hay pocas deserciones (las que provoca la emigración tan sólo); hay logros importantes en cuanto a recuperaciones; la valoración de esta cultura es cada vez mayor; en todas las Instituciones hay personal de plantilla concienciado y suficientemente preparado para acometer estos problemas (hace falta mucho más personal y mucho más dinero); el ritmo al que la cultura tradicional desaparece, es rápido, pero se acelera o se atempera sin saberse por qué causas, lo que nos da esperanzas.

Acabarnos con una reflexión: los políticos que administran los míseros dineros de las diversas Administraciones, apenas dedican dinero a la conservación de la Cultura Tradicional Leonesa, y sí lo dedican a cosas aparentemente menos valiosas y sin ningún peligro de extinción; la razón la he descubierto recientemente: los políticos nos movemos en buena parte por lo que piden nuestros votantes, y aunque queramos potenciar temas como el Patrimonio, el grado de exigencia de los votantes en estas materias es nulo. Cambiemos eso y habrá dinero de sobra.